miércoles, 5 de junio de 2013

Separación de bienes

Entraste una mañana en mi bar
Y me ofendiste con tu presencia
En mi segunda casa

Me dijiste que madurara
Que ya hacía tiempo
Que todo pasa

Pero yo seguía ofendida
Demandando explicación

Porque hicimos separación de bienes
Sin anillo, sin abogados, sin papeles
Pero con jurado y público de las riñas
Yo insultándote un capullo, tú llamándome muy niña

Pero la hicimos, y yo te lo dejé todo
Por no discutir
Por no amargarme el café
Por bebérmelo antes de que se enfriara

Que si tengo que esperar a que pase tu tozudez
Me van a dar las uvas
Del año 3010

Pero aquí estás rompiendo acuerdos
El bar y el rock es lo único que te pedí
Y tú te quedaste con todo lo demás
Con los amigos, con la alegría, con mi dignidad

Bueno, no, con todo no.

Me dejaste un lagarto.

Me dejaste un lagarto con sus ojos verde pistacho
Su piel de cuero cutre
Y su lengua de esparadrapo

Me dejaste un lagarto.

También me dejaste un cuervo.

Me dejaste un cuervo negro, desaliñado
Un cuervo cojo, loco y borracho
Un cuervo idealista y cansado.

También me dejaste un cuervo.

Me lo recuerdas hoy, y al abrir la puerta
Al dolor con tal desparpajo
Se me hiela el café en la mano.
¿Por qué el cuervo y el lagarto?

No te los pedí, pero me los has dado.
¿Por qué el cuervo y el lagarto?

Como recordatorio, sentencias.

Como sentencia, recuerdas.

El lagarto para que no te olvides
De lo arrastrada que fuiste
Y de la manera en la que tomabas el sol
Sobre una piedra caliente
Tentándome sin quererlo.

Exacto, sin quererlo, le susurro al café frío, que se derrama por mi pechera.
Te odia, declama, empalideciendo por su toque de leche entera.

¿Y el cuervo?

El cuervo por tu mala manía de volar
Y volver con tu plumaje negro
A traer desgracias y magia
Y llenarme de hadas y monstruos
El maletero.

Todavía quedan tres huevos de quimera, si los quieres.
Dos ya asoman la cabeza. Son tus mejores obras.
Están aprendiendo a volar y a recitar a Lorca.

Su mirada turbia me ahorca.

Y yo busco una pepita de café en la taza a la que agarrarme.

Me ahogo en cafeína
Náufraga adormecida.

Me da igual, tienes que irte, replico como un desmayo.

Él se ríe. Qué guapo se pone cuando es tan cruel.
Y qué feo cuando finge que está contento.
Él nunca estará contento. Es demasiado listo.
Y demasiado altivo.

Y no cree en mis quimeras, ni en mis conversaciones con el café
Ni en mis musas con barba, ni en mis cáscaras de nuez
No se cree que me acuerde de aquella separación de bienes
Del bar que ahora es mío, de todo lo que es suyo, de yo que soy de nadie

Y de mi peor pérdida, que sin duda, fue perder su amor cruel.

viernes, 29 de marzo de 2013

Amor de chocolate

Este poema lo escribí hace bastante tiempo. Con esa forma y todo. No es el mejor poema, pero por alguna razón, le tengo cariñito.

Una chica destrozada
 Entró triste a su piso
  Porque no se siente amada
   Y no prueba ese licor exquisito
    Se sienta en el sofá consternada
     Con un cubo de serenidad helada
      Tratando de encontrar en el cacao
       Algún sabor a una vida de desesperanza
        Pero el dulzor no quita amargura
         Y ella siente tormentas en el alma
          Y entre lágrimas clama en silencio
         Por un remanso de calma
        Y ella, que es artista desde siempre
       Con un pincel y el cubo de choco-leche
      Ante el lienzo se planta dolida
     Y pinta una figura oscura y endulzada
    Y una vez acabada, la mira acongojada
   Pues su hermosura y dulzor inalcanzables
  Son un redaño de sueños que anhela
 Pero que escapan siempre de sus hambres
Y con una garra que le presiona el corazón
 Posa un lagrimoso beso en la silueta
  Y la silueta de brochazos de chocolate
   Cual dulce Lázaro revive de forma escueta
    Ella hacia atrás cae, asustada, mirando su creación
     Que se asoma del lienzo y entra desnudo en su salón
      ¡Qué belleza aporta su cuerpo desnudo y moreno
       Al altar de soledad donde ella tristezas pintó!
        Tiene los labios gruesos, las manos grandes y anchas
         Los ojos almendrados, la nariz chata
          Y su cuerpo es de fibras de cacao y obsidiana
         Y ella con pudor en sus líneas queda hipnotizada
        Él separa sus gajos de rosa y cacao de pureza
       Y le pregunta su nombre con total entereza
      Y ella, titubeante, embargada de su belleza
     Le contesta y le pregunta por su nombre, viceversa
    Él le replica que no necesita identidad
   Más allá de su intención de llevarle felicidad
  Y con su inocencia, le sonríe ampliamente
 Y dulce y sereno, la invita a cenar
Así pues ellos van juntos a un restaurante
 Y siente el placer de la envidia de otras
  Al verle compartir la compañía agradable
   De ese bello y misterioso acompañante
    Luego la lleva a pasear por la urbe
     Y le enseña cosas que ella nunca pensó
      Y ella siente a ritmo acelerado en sus venas
       Cómo se monta en un tren descarriado de amor
        Llegaron al salón del piso dónde él nació
         Y encuentran por primera vez sus labios con ardor
          Su sabor de chocolate parece aún más intenso
         Cuando su mano azucarada la acaricia con amor
        Lo desnuda con manos ansiosas
       Y lo adora en cada línea de su estampa
      El le besa cada centímetro de piel
     Y con pasión a la cama la lanza
    Se enredan sus cuerpos de cacao y de melaza
   Y sus brazos se mezclan en una sensual danza
  Sobre las mantas se aman y se abrazan
 Pero poco sabría ella como aquellos besos acabaran
Pues en su obnubilación no se cerciora
 De cómo el cuerpo de él se ablanda
  Con el calor de sus cuerpos y sus ósculos
   Y como su materia se deshace en las mantas
    Y sólo cuando él es una mancha oscura
     Con medio cuerpo de relieve sobre su cama
      Ella trata de salvarlo con grandes lágrimas
       Pero él con su trémulo cuerpo la abraza
        Obligándola a acabar con su vida
         A base de amores, pasiones y locura
          Hasta que vuelve a ser silueta en tela
         Que la chica, llorosa, acaricia con ternura
        Se tumba, desnuda y marfileña
       A yacer con el amor que apenas probó
      Y se rompe a pensar que fue ella
     Quien lo hizo vivir y quien lo mató…