Entraste una mañana en mi bar
Y me ofendiste con tu presencia
En mi segunda casa
Me dijiste que madurara
Que ya hacía tiempo
Que todo pasa
Pero yo seguía ofendida
Demandando explicación
Porque hicimos separación de bienes
Sin anillo, sin abogados, sin papeles
Pero con jurado y público de las riñas
Yo insultándote un capullo, tú
llamándome muy niña
Pero la hicimos, y yo te lo dejé todo
Por no discutir
Por no amargarme el café
Por bebérmelo antes de que se enfriara
Que si tengo que esperar a que pase tu
tozudez
Me van a dar las uvas
Del año 3010
Pero aquí estás rompiendo acuerdos
El bar y el rock es lo único que te
pedí
Y tú te quedaste con todo lo demás
Con los amigos, con la alegría, con mi
dignidad
Bueno, no, con todo no.
Me dejaste un lagarto.
Me dejaste un lagarto con sus ojos
verde pistacho
Su piel de cuero cutre
Y su lengua de esparadrapo
Me dejaste un lagarto.
También me dejaste un cuervo.
Me dejaste un cuervo negro, desaliñado
Un cuervo cojo, loco y borracho
Un cuervo idealista y cansado.
También me dejaste un cuervo.
Me lo recuerdas hoy, y al abrir la
puerta
Al dolor con tal desparpajo
Se me hiela el café en la mano.
¿Por qué el cuervo y el lagarto?
No te los pedí, pero me los has dado.
¿Por qué el cuervo y el lagarto?
Como recordatorio, sentencias.
Como sentencia, recuerdas.
El lagarto para que no te olvides
De lo arrastrada que fuiste
Y de la manera en la que tomabas el sol
Sobre una piedra caliente
Tentándome sin quererlo.
Exacto, sin quererlo, le susurro al
café frío, que se derrama por mi pechera.
Te odia, declama, empalideciendo por su
toque de leche entera.
¿Y el cuervo?
El cuervo por tu mala manía de volar
Y volver con tu plumaje negro
A traer desgracias y magia
Y llenarme de hadas y monstruos
El maletero.
Todavía quedan tres huevos de quimera,
si los quieres.
Dos ya asoman la cabeza. Son tus
mejores obras.
Están aprendiendo a volar y a recitar
a Lorca.
Su mirada turbia me ahorca.
Y yo busco una pepita de café en la
taza a la que agarrarme.
Me ahogo en cafeína
Náufraga adormecida.
Me da igual, tienes que irte, replico
como un desmayo.
Él se ríe. Qué guapo se pone cuando
es tan cruel.
Y qué feo cuando finge que está
contento.
Él nunca estará contento. Es
demasiado listo.
Y demasiado altivo.
Y no cree en mis quimeras, ni en mis
conversaciones con el café
Ni en mis musas con barba, ni en mis
cáscaras de nuez
No se cree que me acuerde de aquella
separación de bienes
Del bar que ahora es mío, de todo lo
que es suyo, de yo que soy de nadie
Y de mi peor pérdida, que sin duda,
fue perder su amor cruel.